sábado, 23 de agosto de 2008

LOs Tres Tipos de Conocimiento


Como has podido ver hasta ahora a lo largo de este curso de Métodos de Investigación, nuestro tema central de reflexión ha girado en torno al conocimiento. Hay diferentes niveles de certeza en cada tipo de conocimiento, dependiendo del objeto o fenómeno del que se trate. Tú mismo habrás podido comprobar que tus conocimientos tienen diferentes niveles de certeza, pero que siempre puedes aumentar tus conocimientos en la medida en que conoces mejor y más preciso aquello que es de tu interés estudiantil.

Uno de los principales problemas a los que un estudiante como tú se enfrenta al emprender estudios sobre un tema teórico reflexivo, como lo es el tema del conocimiento y tal y como lo abordamos en este curso, es el del manejo correcto del lenguaje. Esto significa que para aprender nuevas cosas tenemos primero que manejar términos conceptuales, los cuales no estamos acostumbrados a utilizar de manera cotidiana.

La mejor manera de aprender nuevos conceptos teóricos consiste en consultar sus significados (pues un concepto a veces cambia de significado dependiendo del contexto en el que se le ubique, contexto que estará dado por el tipo de marco de interpretación que utilicemos), consultarlos en el básico y típico tumbaburros, en un buen diccionario, ya sea impreso o en línea.

A lo largo de este curso, te habrás dado cuenta, se te ha sugerido hacer consultas a diferentes páginas Web con el fin de que busques información pertinente –que a veces puede ser desde saber el significado de una palabra o concepto, hasta averiguar de manera general nociones sobre teorías o explicaciones generales a algún tema- con el fin de estimular tu curiosidad, pero también con la más concreta intención de habituarte a hacer consultas e investigación a través de esta maravillosa herramienta que es Internet.

Ahora examinaremos con mayor precisión las características propias de cada tipo de conocimiento, dependiendo de su grado de certeza.

Cuando logramos sacar adelante las necesidades impuestas por la vida cotidiana, y la vida ya no es un mero sobrevivir, se forma un conjunto de actividades de índole cultural que ya no nos resultan tan necesarias, como ir al cine, ver televisión, creerlo todo o no someterlo a crítica, etcétera, y que implican ciertos grados de conocimiento. También esas creencias son, con frecuencia, superficiales y erróneas. A pesar de todo, creemos tener la razón cuando emitimos opiniones sobre ellas. Recordarás un programa de televisión llamado “¿Y usted, qué opina?” en el que se discutían problemas sociales o familiares y en el que no se llegaba a nada. ¿La razón de eso? Simplemente que se movían en el ámbito de las simples creencias, las cuales en el peor de los casos estaban basadas en prejuicios que no contribuyen al conocimiento de los fenómenos causantes de los problemas que se discutían en el programa.

Si comparamos nuestras ideas sobre el mundo cotidiano que nos rodea con las de los libros de ciencias, es bastante probable que nos demos cuenta que nuestras experiencias y creencias son limitadas para explicar el mundo. Los ojos se nos deben empezar a abrir, si lo anterior nos produce curiosidad por saber más.

Las metas que debes tener como estudiante no se pueden reducir al simple conocimiento común (válido, como hemos visto, en determinadas situaciones), lo ideal es penetrar en el tipo de conocimientos más riguroso, más crítico, más objetivo y más reflexivo; entonces surge la cuestión:

¿Cómo pasar del conocimiento cotidiano al científico y finalmente al filosófico?, ¿Qué los distingue y qué los caracteriza? Veamos entonces sus características y sus diferencias

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