sábado, 23 de agosto de 2008

Estructuras que posibilitan la Construcción del Conocimiento

Otro de los elementos temáticos que los estudiantes suelen pasar por alto y no alcanzan a comprender, debido también un poco a que el propio texto del Compendio Fascicular de Métodos de Investigación 1 no es muy claro,[1] es el que se refiere a las estructuras que posibilitan la construcción del conocimiento.

Además es un tema que, por su importancia en la comprensión del proceso de conocimiento es esencial, ha sido inexplicablemente relegado tanto en los objetivos del programa de estudio como en los objetivos compilados que se manejan en el Sistema Abierto.[2]

Si bien es un tema que se asume presuntamente como algo que se ha manejado tanto en el primer modelo del conocimiento como en el segundo, es algo que por eso mismo no se explica con suficiente sencillez y claridad, y por ello carece de la profundidad necesaria.

Lo primero que hay que explicar es qué significado tiene el concepto de estructura.[3] El Pequeño Larousse Ilustrado ofrece varias nociones a este concepto, de las cuales tomaremos tres básicas:

Estuctura: 1. “Manera en que las diferentes partes de un conjunto, concreto o abstracto, están dispuestas entre sí y son solidarias, y sólo adquieren sentido en relación al conjunto: la estructura de una red, la estructura del cuerpo humano; 2. Armadura que constituye el esqueleto de algo y que sirve para sostener un conjunto: la estructura de un edificio. 3. Filos. Conjunto ordenado y autónomo de elementos interdependientes cuyas relaciones están reguladas por leyes”.[4]

La primera noción de estructura nos hace ver que lo importante es que los elementos sólo tienen sentido en relación con el conjunto. El ejemplo de la estructura del cuerpo humano es muy bueno, pues nos hace ver que el cuerpo consta de diferentes partes o elementos que reunidos en un conjunto dan como resultado el cuerpo total. Ahora comentemos algo sobre cada noción del concepto.

Respecto al problema epistemológico que ya han explicado los tres modelos del conocimiento, es claro ver que en el primer modelo, la llamada estructura sensible se refiere al aparato perceptivo como la fuente primaria del conocimiento, pero se le resta importancia a lo que ocurre con esos datos percibidos una vez en la mente o pensamiento del sujeto, pues sólo se dice que son “registrados”.

La segunda noción de estructura habla de que ésta es como un esqueleto o armadura, dando como ejemplo la estructura de un edificio.

Un edificio está estructuralmente formado por los cimientos, las trabes, las columnas, las paredes de apoyo. La idea que subyace es que la estructura es lo que sustenta a algo, sea un cuerpo, un edificio o, en términos más abstractos, lo que sostiene al proceso de conocer.

La tercera noción de estructura considerada aquí, y que tiene un carácter filosófico, hace énfasis en el carácter autónomo del conjunto y la interdependencia de los elementos que forman la estructura de algo.

Si hablamos de las estructuras que posibilitan la construcción del conocimiento estaremos hablando de los elementos que intervienen en esa construcción, que son autónomos en el sujeto, pero que están íntimamente ligados y sin los cuales no es posible la construcción del conocimiento ni de nada.

Estructura Física o Sensible

El texto fascicular mencoinado habla de dos tipos de estructuras: las físicas y las intelectuales, pero no abunda en ellas porque da por supuesto que ya sabes de qué se trata el asunto. En realidad son las mismas estructuras que, combinadas, hacen posible la conciencia, el pensamiento y el conocimiento, tal como deja en claro el filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant [5]

Si has leído con suficiente atención te habrás dado cuenta de que la estructura física es lo que en el primer modelo del conocimiento, el mecanicista, llamamos el aparato perceptivo: los cinco sentidos. Ésa es la estructura que hace posible la construcción del conocimiento empírico.

Sería de esperar que cada ser humano goce por naturaleza de sus cinco sentidos, pero se da el caso de que a veces nacen personas con ceguera o sordera, que son dos de las carencias más comunes. No sé hasta ahora por ejemplo de alguien que haya nacido sin el sentido del tacto, tal vez porque este sentido depende de toda la piel del cuerpo, que es el órgano más grande.


Estructura Intelectual

¿Cuáles pueden ser los elementos que forman la estructura intelectual? Naturalmente aquellos sin los cuales sencillamente el pensamiento no se sostendría porque no tendría coherencia ni manera de traer a la conciencia los recuerdos.

Si partimos, para explicar la función de esta estructura, de la idea de que el pensamiento sólo se expresa mediante un lenguaje expresado mediante una gramática, y que éste sólo es posible en la medida en que tenemos la capacidad de conceptualizar las cosas, de abstraerlas y representarlas mentalmente –que es la que según algunos nos distingue de los demás animales, entendiendo por esa capacidad la razón o racionalidad- entonces tenemos que señalar que la estructura intelectual primaria es la capacidad de lenguaje, sin la cual no hay conocimiento.[6]


[1] Compendio Fascicular de Métodos de Investigación 1, capítulo 1, página 16.
[2] En el programa de estudios de la materia, el objetivo 1.1.1.1 señala que el estudiante entenderá el proceso de conocer y la relación entre sujeto y objeto, y “entre la estructura y génesis del conocimiento”. En los objetivos compilados no hay ningún objetivo que se refiera a las estructuras cognoscitivas, con lo que se pierde de vista este importante tema para la comprensión global del problema del conocimiento.
[3] Para este tipo de consultas es recomendable el uso de un diccionario especializado o enciclopedia.
[4] Pequeño Larousse Ilustrado, Ediciones Larousse, Colombia, 1998, página 426.
[5] Kant, en la introducción de la Crítica de la Razón Pura, luego de estudiar la tradición empirista, explica la importancia del conocimiento empírico, para luego exponer las condiciones para que éste se produzca, en lo que él llama estética trascendental, y que es parte esencial en la originalidad de su propuesta epistemológica. Kant dice “No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues ¿por dónde iba a despertarse la facultad de conocer, para su ejercicio, como no fuera por medio de objetos que hieren nuestros sentidos y ora provocan por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento nuestra capacidad intelectual para compararlos, enlazarlos, o separarlos y elaborar así, con la materia bruta de las impresiones sensibles un conocimiento de los objetos llamado experiencia?” (Kant, Immanuel, Crítica de la Razón Pura, Editorial Porrúa, México, 1982, página 27).
[6] Esta idea la expresa muy bien André Langaney cuando dice que “Lo que distingue verdaderamente a nuestra especie de las otras es nuestro lenguaje: somos capaces de combinar palabras, según una gramática, para construir frases, y éstas adquieren así un sentido superior a la simple agregación de palabras. Es un lenguaje de “doble articulación” de palabras y sentido... Los simios poseen una memoria, pueden comprender palabras. Pero, mientras no se pruebe lo contrario, no pueden adquirir una gramática. La capacidad lingüística parece propia del cerebro humano y la ponemos en práctica apenas contamos con palabras para decirla”. (Cf. Langaney André, et al, La más bella historia del hombre, Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1999, página 23 y 24).



Lenguaje, Memoria y Conceptualización

Como el conocimiento es acumulativo, el lenguaje también sirve para recordar lo que ya se ha percibido o ya se conoce por la experiencia comunicada de otros (una vez aprendido el conjunto de códigos lingüísticos que forman el lenguaje), aunque para eso entra en funciones otro elemento de la estructura intelectual que hace posible la construcción del conocimiento: la memoria, sin la cual no sería posible recordar la relación entre el concepto y lo representado (como Aristóteles en su obra la Metafísica señala de manera muy clara).

Por eso le podemos decir a una persona que lo conocemos: porque lo recordamos a lo largo del tiempo, o porque alguien confiable nos ha hablado de él. Claro que lo anterior, en ambos casos, no garantiza un conocimiento exhaustivo ni exacto.

El caso de las ciencias es diferente porque los fenómenos de la naturaleza muestran en sus comportamientos una regularidad que no tienen muchas acciones humanas, por eso es que se supone que el conocimiento científico es más “objetivo”, es decir lo más apegado al ser propio de la cosa percibida.[1]

La estructura racional, como también podemos llamar a la estructura intelectual, está caracterizada por su capacidad de ordenar, comparar, clasificar, juntar o aislar conceptos, lo mismo que por su capacidad de lenguaje y de memoria.

El contexto de estos temas, esencialmente epistemológicos, amplía la visión que debes tener del quehacer filosófico y científico, para que no veas este tipo de problemas con la aridez característica de una visión superficial, y con un poco de aplicación lograrás interesarte en ellos para ampliar tus propias lecturas.

Lo ideal sería, al menos en esta área, lograr lo que Eduardo Nicol propone en alguno de sus libros: que más que aprender lecciones de filosofía sobre el problema del conocimiento, lo que se debe aprender es a pensar: más que aprender contenidos temáticos (como parte de un currículo académico) se debe aprender a ser crítico, a pensar de manera propia con respecto a los problemas planteados por los filósofos a lo largo de la historia. Se debe aprender a cuestionar los hechos de la naturaleza y de la sociedad como ellos lo han hecho.

Es por supuesto de gran importancia también no perder de vista los objetivos de evaluación propuestos por el Colegio, pues a pesar de que a veces parecen representar limitantes formales y académicos, por su ambigüedad o su generalidad, son a final de cuentas las metas a alcanzar.

Podría pensarse que hay una contradicción en lo que se ha dicho: por una parte se aboga por la enseñanza a pensar y por otra se señalan los lineamientos formales de las evaluaciones sumativas, pero en el fondo no hay tal cosa, se puede cumplir con las dos intenciones: al aprender a pensar y a investigar, el cumplimiento de los objetivos se da por añadidura.

[1] Aunque hay algunos pensadores que están seguros de la infalibilidad de las ciencias, pero no lo están del papel sociológico que puede llegar a jugar la ciencia, como Paul Feyerabend, quien en un artículo titulado “Cómo defender a la sociedad contra la ciencia” señala que es necesario defender a la sociedad de la ciencia cuando se ha convertido en una ideología que se enseña en las escuelas de manera acrítica y casi religiosamente. “Mi crítica a la ciencia moderna es que inhibe la libertad de pensamiento”, sostiene Feyerabend (CF. Hacking, Ian, comp. Revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, Breviarios, México, 1985, páginas 294-8).

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